Neolitico.org nace para difundir información científica, accesible y profunda sobre el neolítico: el periodo que transformó para siempre la historia humana.

Aquí encontrarás artículos rigurosos sobre sus orígenes, arte, economía, vida cotidiana y legado. Todo lo que necesitas saber para comprender esta revolución cultural en todas sus dimensiones.

Explora el neolítico

Sumérgete en los grandes temas que marcaron el paso de la humanidad hacia una nueva forma de vivir. Desde la historia y las herramientas, hasta la organización social, espiritualidad y cultura material: haz clic en cada categoría para comenzar tu viaje por el Neolítico.

Expresión en el neolítico

En esta sección encontrarás los temas clave que definen la riqueza simbólica y creativa del Neolítico. Haz clic en cada categoría para explorar cómo pensaban, se vestían, pintaban y se diferenciaban de sus antepasados paleolíticos.

Vida cotidiana en el neolítico

Aquí podrás descubrir cómo vivían las comunidades neolíticas: desde sus casas y aldeas hasta su forma de producir alimentos y construir espacios. Accede a cada apartado para ver imágenes, reconstrucciones y datos esenciales.

¿Qué significa el Neolítico?

El neolítico, cuyo nombre proviene del griego neos (nuevo) y lithos (piedra), significa literalmente "piedra nueva". Esta denominación, acuñada en el siglo XIX, hace referencia a la aparición de herramientas de piedra pulida que sustituyen a las talladas del Paleolítico.

Sin embargo, reducir el Neolítico a un cambio tecnológico sería empobrecer su verdadero significado. Hoy sabemos que el Neolítico no es sólo una etapa con objetos nuevos, sino un proceso profundo de transformación cultural, social, económica y simbólica que afectó a la humanidad en casi todos los continentes.

En su sentido más amplio, el Neolítico representa el paso de sociedades cazadoras-recolectoras, nómadas y dependientes del entorno natural, a comunidades productoras, sedentarias y organizadas en torno a la agricultura y la ganadería. Esta transición no fue inmediata ni uniforme. En diferentes regiones, ocurrió en tiempos y formas diversas. Aun así, ciertos elementos definen lo que entendemos por "neolítico":

  • Producción de alimentos: domesticación de cereales, legumbres y animales.
  • Sedentarismo: establecimiento de aldeas permanentes o semipermanentes.
  • Transformación del paisaje: deforestación, riego, terrazas.
  • Aparición de cerámica: uso de recipientes para almacenar y cocinar.
  • Piedra pulida: hachas, azuelas, molinos.
  • Cambios sociales: mayor complejidad organizativa, jerarquías incipientes.
  • Ritos y simbolismo: enterramientos colectivos, figurillas, santuarios.

El Neolítico no es sólo una "etapa"; es un proceso de neolitización, como señala la investigación arqueológica contemporánea. Este concepto enfatiza que no todos los grupos adoptaron la agricultura al mismo tiempo ni de la misma forma.

En algunos casos, la introducción de la cerámica o de la domesticación pudo preceder al sedentarismo. En otros, persistieron formas mixtas durante siglos. Por eso, hablar de "el Neolítico" es hablar de una mosaico de transiciones.

A nivel teórico, el Neolítico también ha sido objeto de diferentes interpretaciones. El arqueólogo Gordon Childe lo llamó la "Revolución Neolítica", subrayando su impacto radical en la historia humana. Sin embargo, hoy día, se tiende a matizar esa idea de "revolución" y a entender el Neolítico como una serie de procesos graduales, multidireccionales y culturalmente diversos.

En suma, el Neolítico significa mucho más que un periodo con herramientas nuevas. Significa el inicio de una relación transformadora con la tierra, con los otros seres humanos y con lo sagrado. Significa también el comienzo de muchas tensiones que siguen vigentes: la propiedad, el excedente, la desigualdad, la organización del tiempo. Comprender qué significa el Neolítico es, en el fondo, preguntarse por el origen de la vida como hoy la conocemos.

Cronología completa del Neolítico

Hablar de una “cronología del Neolítico” es asumir un riesgo metodológico. A diferencia de otras épocas delimitadas por eventos específicos —como la caída de un imperio o la invención de la escritura—, el Neolítico es un proceso.

Una transición cultural, tecnológica y simbólica que no ocurrió al mismo tiempo ni de la misma forma en todas las regiones del planeta. Por eso, la única forma honesta de abordar su cronología es desde una perspectiva comparativa y plural.

El inicio: Próximo Oriente (~10.000–6.000 a.C.)

El Neolítico comienza hacia el 10.000 a.C. en el llamado Creciente Fértil, una franja de tierras fértiles que abarca partes de las actuales Siria, Turquía, Irak, Irán, Israel y Palestina. En esta región se domesticaron por primera vez plantas como el trigo y la cebada, y animales como la oveja y la cabra. Surgieron los primeros poblados con estructuras estables (como Jericó o Çayönü) y una economía basada en la producción de alimentos.

Este período se conoce como Neolítico Precerámico (PPNA y PPNB). La cerámica aún no se había desarrollado, pero los cambios eran ya sustanciales: sedentarismo, arquitectura de barro, ritos funerarios colectivos, almacenamiento de excedentes. A partir del 7.000 a.C., la cerámica empieza a formar parte del repertorio cultural, y se consolida lo que llamamos el Neolítico Cerámico.

Expansión hacia Europa (~7.000–4.000 a.C.)

Desde Anatolia, el modelo neolítico se expandió hacia los Balcanes y, de allí, hacia el resto del continente europeo. No fue una migración masiva ni una imposición cultural, sino una difusión lenta, a veces de ideas, otras de poblaciones mixtas. Aparecen culturas como la de Starčevo-Körös (7.000–6.000 a.C.), seguida por la célebre cultura de la cerámica lineal (LBK) en Europa central (6.000–5.000 a.C.).

En el Mediterráneo occidental, especialmente en Italia, el sur de Francia y la península ibérica, se implantan estilos cerámicos como el impreso y el cardial. Estos grupos traen consigo técnicas agrícolas, animales domesticados y formas de habitar colectivas.

África y Asia

En el norte de África, el Neolítico aparece entre el 6.000 y el 4.000 a.C., especialmente en zonas como el Magreb o el antiguo Sahara verde. Allí, el pastoreo de caprinos y la recolección controlada marcaron formas propias de neolitización. En China, el cultivo del arroz y del mijo comenzó entre el 9.000 y el 7.000 a.C., con culturas como Peiligang y Yangshao. En el subcontinente indio, el sitio de Mehrgarh ofrece evidencias de agricultura desde el 7.000 a.C.

América: una historia paralela

Aunque el término “Neolítico” se usa con cautela en el continente americano (por ser una categoría eurocentrista), también allí se produjeron procesos comparables: domesticación de plantas, formación de aldeas, almacenamiento de excedentes. En Mesoamérica, el maíz, la calabaza y el frijol comenzaron a cultivarse hacia el 7.000 a.C. En los Andes, el proceso fue similar con la papa, la quinua y la llama.

Los pigmentos neolíticos eran fruto de la observación y el ingenio: se utilizaban óxidos de hierro para el rojo, carbón vegetal para el negro y huesos calcinados para el blanco. No había fórmulas, solo experiencia acumulada.

Más allá de tallar, los neolíticos empezaron a pulir la piedra. Este gesto no solo perfeccionaba la herramienta, también la dotaba de presencia, de belleza, incluso de aura. Algunos objetos, al parecer, nunca fueron usados: eran símbolos, no instrumentos.

Las vasijas no eran mudas. Se decoraban con cuerdas, conchas, estiletes de hueso o incluso con las propias uñas. Cada trazo dejaba una huella. La textura era parte del mensaje.

No todas las piezas decoradas eran de élite. Algunas fueron enterradas con cuidado. Otras se rompieron en hogares comunes. Tal vez no eran rituales ni utilitarias: eran humanas. Hechas con tiempo, con gusto, con intención.

El Neolítico no fue una etapa uniforme ni simultánea. Fue un proceso discontinuo y plural, como una constelación de fuegos que se encendieron y apagaron en distintas regiones del planeta. Su cronología no es una línea recta: es un mapa de transformaciones humanas.

¿Qué etapa va después del Neolítico?

Cuando los grupos humanos neolíticos habían aprendido a sembrar, a domesticar animales, a construir aldeas, a ritualizar la muerte y a proyectarse en el tiempo… algo más empezó a germinar en sus sociedades: el dominio del metal. La etapa que sigue al Neolítico es la llamada Edad de los Metales, y con ella, el mundo volvió a transformarse.

El Calcolítico o Edad del Cobre (~3.500–2.500 a.C.)

En algunas regiones, sobre todo en Europa y el Cercano Oriente, la primera fase post-neolítica es el Calcolítico (de chalkos, cobre). Durante esta etapa, las herramientas de piedra siguen siendo usadas, pero aparecen los primeros objetos de cobre: punzones, anzuelos, cuchillos, y sobre todo, elementos de prestigio como brazaletes o estatuillas.

No fue solo un cambio técnico. El Calcolítico trajo consigo una intensificación de las desigualdades sociales. Algunos enterramientos muestran ajuares muy ricos, mientras que otros apenas tienen objetos. Comienzan a aparecer diferencias arquitectónicas entre viviendas. En el sureste de la península ibérica, por ejemplo, el poblado de Los Millares (Almería) revela una sociedad compleja, fortificada y jerárquica.

Edad del Bronce (~2.500–1.200 a.C.)

La fusión de cobre con estaño dio origen al bronce, una aleación mucho más resistente. Su aparición marca un nuevo salto en la historia. El bronce permite fabricar armas, herramientas y adornos de gran durabilidad. Aparecen los talleres metalúrgicos, el comercio de largo alcance, las élites guerreras.

En este periodo se multiplican los túmulos funerarios, los palacios, las estructuras defensivas. En el Mediterráneo oriental, florecen culturas como la micénica, la minoica o la hitita. En Europa occidental, destacan culturas como El Argar en el sureste ibérico, que presenta una organización claramente jerarquizada, con control centralizado de producción y entierros diferenciados.

Edad del Hierro (~1.200 a.C. en adelante)

El hierro, más abundante y difícil de trabajar, terminó por sustituir al bronce. Su dominio técnico marcó el inicio de nuevas estructuras políticas y económicas. Con la Edad del Hierro nacen los primeros Estados plenamente organizados, las primeras leyes escritas, y se consolida la figura del “rey” como autoridad máxima.

Celtas, etruscos, griegos, persas… todos emergen o se consolidan en esta etapa. Es también el tiempo en que las grandes religiones empiezan a tomar forma institucional y las ciudades-estado se convierten en núcleos de poder.

¿Un final o un nuevo comienzo?

Más que una etapa que “sucede” al Neolítico, la Edad de los Metales debe entenderse como una acumulación de cambios: tecnológicos, sociales, bélicos, simbólicos. Muchas comunidades neolíticas desaparecieron sin evolucionar hacia estructuras metalúrgicas. Otras, como en África subsahariana o en ciertas regiones de América, desarrollaron sistemas altamente sofisticados sin depender del metal.

La etapa que viene después del Neolítico no es simplemente posterior: es su heredera, su crítica, su consecuencia. Es cuando la humanidad, habiendo aprendido a sembrar y a construir, comenzó a preguntarse cómo gobernar, cómo dominar… y cómo resistir.

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